jueves, 17 de septiembre de 2009

LA VERDADERA DEUDA EXTERNA


Carta de un jefe indio azteca a los gobiernos de Europa)

Aquí pues yo, Guaipuro Cuauhtémoc descendiente de los que poblaron la América hace

cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que se la encontraron hace ya quinientos años.

Aquí pues nos encontramos todos: sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos

otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los

que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraÍda por

Judas a quien nunca autorice venderme. El hermano usurero europeo me explica que toda

deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin

pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo

También yo puedo reclamar pagos. También puedo reclamar intereses. Consta en el

Archivo de Indias. Papel sobre papel, recibo, sobre recibo, firma sobre firma, que solamente

entre el año 1503 y el 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16

millones de kilos de plata que provenían de América. )Saqueo? (No lo creyera yo! Porque es

pensar que los hermanos cristianos faltan a su séptimo mandamiento. )Expoliación? (Guardeme

el cielo de figurarme que los europeos, igual que Caín, matan y después niegan la sangre del

hermano

¿Genocidio? (Eso seria dar crédito a calumniadores como Bartolomé de las Casas que

calificaron el encuentro de destrucción de Las Indias, o a ultras como el doctor Arturo Pietri,

quien afirma que el arranque del capitalismo y de la actual civilización europea de debió a la

inundación de metales preciosos arrancados por ustedes, mis hermanos europeos, a mis también hermanos de América!)

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados

como el primero de varios prestamos amigables de América para el desarrollo de Europa. Lo

contrario seria presuponer crímenes de guerra, lo que daría derecho, no sólo a exigir

devolución inmediata, sino indemnización por daños y perjuicios. Yo, Guaipuro Cuauhtémoc

prefiero creer en la menos ofensiva de las hipótesis para mis hermanos europeos. Tan

fabulosas exportaciones de capital, no fueron más que el inicio de un Plan Marshalltezuma

para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras

contra los cultos musulmanes, defensores del álgebra, la arquitectura, el baño cotidiano y

otros logros superiores de la civilización.

Por eso, una vez pasado el Quinto Centenario del “Préstamo” podemos preguntarnos:

¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable, o por los menos

productivo de los recursos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano

Internacional?



Deploramos decir que no. En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto,

Armadas Invencibles, terceros Reichs y otras formas de exterminio mutuo, para acabar

ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como Panamá (pero sin canal).

En lo financiero han sido incapaces -después de una moratoria de 500 años- tanto de

cancelar capital e intereses, como independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y

la energía barata que les exporta el tercer mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman conforme a la cual

una economía subsidiada jamás podrá funcionar. Y nos obliga a reclamarles- por su propio

bien- el pago de capital e intereses que tan generosamente hemos demorado todos estos

estos siglos.




Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a los hermanos europeos

las viles y sanguinarias tasa flotantes de un 20 por ciento y hasta un 30 por ciento que los

hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la

devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de un 10 por

ciento anual acumulado durante los últimos 300 años. Sobre esta base, aplicando la europea

formula del interés compuesto, informamos a los descubridores que sólo nos deben, como

primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata,

ambas elevadas a la potencia de trescientos. Es decir un numero para cuya expresión total

serían necesarias más de trescientas cifras, y que supera ampliamente el peso de la tierra.

¡Muy pesadas son estas moles de oro y de plata! ¿Cuanto pesarían calculadas en

sangre? Aducir que Europa en medio milenio no ha podido generar riquezas suficientes para

cancelar este módico interés seria tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la

demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos. Pero

sí exigimos la inmediata firma de una carta de intenciones que discipline a los pueblos

deudores del viejo continente; y los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta

privatización o reconversión de Europa que les permita entregárnosla entera como primer pago

de una deuda histórica.

Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota que les

impide cumplir con sus compromisos financieros o morales. En tal caso nos contentaríamos con

que nos pagaran entregándonos la bala con que mataron al poeta.

Pero no podrán . Porque esa bala es el corazón de Europa.

Guaipuro Cuauhtémoc

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